Levantada hace más de cinco mil años a medio camino entre Oriente y Occidente, Jerusalén ha sido y será una de las ciudades más apasionantes del mundo, con una historia que atrapa y un patrimonio que le ha llevado a convertirse en Ciudad Santa para las tres principales religiones monoteístas del mundo.
El brillo dorado de la Cúpula de la Roca alumbra las iglesias, mezquitas y sinagogas que salpican las angostas calles de Jerusalén, donde todo el mundo es bienvenido.
Religión y shabat
Jerusalén es probablemente la ciudad más religiosa del mundo, considerada Ciudad Santa para tres de las principales religiones monoteístas: cristianismo, judaismo e islam. El día sagrado de los judíos, el shabat, la mayoría de los restaurantes y las tiendas de Jerusalén cierran y el transporte público deja de funcionar.
Qué ver
La Ciudad Santa de Jerusalén desprende historia, tradición y fe por cada una de sus calles. Conoce las visitas imprescindibles de Jerusalén y sácale el máximo partido a tu viaje por Tierra Santa.
Muro de las Lamentaciones
Si hay un monumento que se nos viene a la cabeza al pensar en Jerusalén, ese es el Muro de las Lamentaciones. El símbolo por excelencia de Jerusalén reúne cada día a miles de judíos y a turistas que se acercan a dejar sus deseos, como dicta la tradición.
Un poco de historia
El Muro de las Lamentaciones o Muro Occidental es el único resto del Segundo Templo de Jerusalén que permanece en pie (516 a.C.-70 d.C.) Completado por Herodes el Grande, este templo fue un lugar sagrado para el judaísmo hace dos mil años, y sus vestigios continúan siéndolo hoy en día.
En el año 70 d.C. las tropas romanas de Tito entraron en Jerusalén, destruyeron el templo y redujeron la cuidad a escombros. Fue un momento que marcó un antes y un después en la historia de Jerusalén. Aunque la idea de Tito era dejar en pie el muro occidental para recordar la victoria de Roma sobre Judea, los judíos lo atribuyeron a la promesa de Dios de proteger una parte del templo que simbolizara su alianza con el pueblo.
Un lugar sagrado
Más de dos mil años después, el Muro Occidental sigue siendo un lugar sagrado para los judíos, que llegan de todas las partes del mundo para orar y pedir la llegada del Mesías, el retorno de los exiliados, la reconstrucción del templo y muchas otras plegarias.
Llama la atención la gran valla que separa las dos zonas de oración del muro, una dedicada a las mujeres y otras a los hombres. El rezo de los hombres suele ser mucho más llamativo, cantan los salmos en voz alta, hacen corrillos y mueven la cabeza frenéticamente frente al muro. Desde el año 2013, las mujeres tienen permitido rezar en voz alta y utilizar los mismos símbolos religiosos que los hombres.
En las dos zonas del Muro de las Lamentaciones hay estanterías con ejemplares de la Torá para todos aquellos que quieran rezar y numerosas sillas de plástico para sentarse frente al muro.
Visitar el Muro de las Lamentaciones
La entrada a la plaza y al Muro de las Lamentaciones está permitida para cualquier persona de cualquier religión. Siendo respetuosos en todo momento con los judíos que acuden allí a rezar, no tendréis problemas en mezclaros con le gentío, acercaros la muro e incluso grabar y hacer fotos a discreción.
La única excepción es el día del shabat. En el día sagrado para los judíos no está permitido el acceso a la zona de oración, ni utilizar ningún aparato electrónico.
Al visitar el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, recordad escribir vuestras plegarias o deseos en un papel, doblarlo y dejarlo en los recovecos del muro. Se trata de una tradición judía milenaria que ha sido acogida por los visitantes de todo el mundo.
¿Curiosidades?
El Muro Occidental no son solo los 60 metros visibles. La longitud real del muro es de 488 metros, que se encuentran tapados por las fachadas del barrio musulmán.
El lugar más sagrado para los judíos sería el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas, pero tienen prohibido el acceso, por lo que se concentran en torno al muro.
En la plaza del muro hay tres banderas: la de Israel, la de la policía israelí y la de las fuerzas de seguridad que guardan el muro. En un edificio de la plaza también hay seis estrellas que forman una palabra en hebreo. “recuerda”.
Una vez que un papelito roza el muro, se convierte en un objeto sagrado y no puede ser destruido. Dos veces al año, todos los papeles se retiran y se entierran en el Monte de los Olivos.
En el túnel que comunica la plaza del muro con el barrio musulmán hay varias máquinas expendedoras de Torás.
Algunos consejos
Para visitar el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén es necesario pasar un estricto control de seguridad antes de acceder a la plaza principal. Tendréis que pasar por un sensor de metales y los guardias podrán registraros las mochilas o bolsos y pediros la documentación, por lo que es recomendable llevar el pasaporte a mano.
Una vez en el Muro de las Lamentaciones, es importante respetar las tradiciones judías que rodean a este lugar sagrado. Los hombres que quieran visitar la zona de oración masculina deberán utilizar una kipá (os entregarán una desechable de forma gratuita). Las mujeres no tienen que cubrirse la cabeza.
Basílica del Santo Sepulcro
La Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén es el lugar más venerado por los cristianos de todo el mundo, ya que se levanta sobre el lugar de crucifixión, sepultura y resurrección de Cristo.
En la Iglesia de la Resurrección o Basílica del Santo Sepulcro se respira un ambiente único, difícil de sentir en cualquier otro lugar de Jerusalén. El olor a incienso se mezcla con los cantos, susurros y oraciones de los miles de fieles que visitan cada día este santuario cristiano, bañado por la tenue luz de los cirios.
Un poco de historia
En el siglo IV d.C., el emperador Constantino envió a su madre, Elena, a Tierra Santa, con el objetivo de encontrar la Vera Cruz de Jesús. En su búsqueda de las reliquias de Cristo, la mujer encontró evidencias de la ubicación del Monte Calvario o Gólgota, donde tuvo lugar la crucifixión del nazareno.
Demolió el templo romano que coronaba el monte, cavó hasta encontrar varias tumbas judías excavadas en piedra y mandó construir un templo en lo que consideró la tumba de Jesús. Durante los dos mil años siguientes, este templo cristiano fue ampliado, destruido y restaurado varias veces hasta convertirse en la hermosa basílica que es hoy en día.
En la actualidad, seis comunidades cristianas diferentes custodian el Santo Sepulcro: griegos, armenios, etíopes, sirios, coptos y franciscanos. Aunque la interacción entre ellos es casi nula, la mezcla de vestimentas, rituales y cánticos de cada grupo hace del Santo Sepulcro un lugar muy especial para todos los visitantes, sin importar sus creencias.
Qué ver en el Santo Sepulcro
La Iglesia de la Resurrección de Jerusalén es de tal magnitud, tanto arquitectónica como emocional, que quienes han llegado desde muy lejos para contemplar este lugar sagrado para los cristianos necesitarán varias horas para completar la visita al Santo Sepulcro.
Para aquellos interesados solo en su atractivo turístico, estos son los tres lugares imprescindibles que ver en la Basílica del Santo Sepulcro.
La Piedra de la Unción: en la entrada principal de la basílica reposa la famosa piedra donde, según los evangelios, Jesús fue ungido antes de ser sepultado. Cada día, cientos de fieles de todas partes del mundo se amontonan alrededor de la piedra esperando su turno para arrodillarse y besar esta reliquia.
Monte Calvario: a la derecha de la Piedra de la Unción, unas escaleras de piedra conducen a una sala elevada, que representa el Monte Gólgota donde Jesús fue crucificado. La gran roca donde todo sucedió está protegida por un cristal y es muy venerada por los cristianos.
El Edículo: la tumba de Jesús. El gran mausoleo de mármol que corona la nave circular de la basílica es el principal atractivo del Santo Sepulcro. Las colas para entrar en esta pequeña capilla pueden llegar a ser infinitas, por lo que os recomendamos llegar a primera hora. En el venerado lecho mortuorio solo caben cuatro o cinco personas.
Curiosidades
Las llaves de la Basílica del Santo Sepulcro están custodiadas por una familia musulmana, que ha asumido esta responsabilidad desde 1192, pasando el encargo de generación en generación.
Las eternas disputas entre las diferentes comunidades cristianas del Santo Sepulcro han llevado a auténticas locuras. En una de las ventanas de la fachada de la basílica reposa una antigua escalera de madera que ningún monje ha movido por miedo a represalias de los de enfrente. ¡La escalera lleva ahí desde 1852!
Todas las noches, varios miembros de cada comunidad cristiana se encierran en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén y duermen allí, con un doble objetivo: proteger el santuario y salvaguardar sus zonas de la iglesia de las envidias del resto de monjes.
Cúpula de la Roca
Si hay un monumento de Jerusalén que no deja indiferente a nadie, ese es sin duda la Cúpula de la Roca, en la Explanada de las Mezquitas. Su impresionante cúpula dorada se ha convertido en todo un símbolo de la historia Jerusalén.
También conocida como Dome of the Rock o Mezquita de Umar, la Cúpula de la Roca es uno de los monumentos más importantes de Jerusalén y sin duda el más llamativo de toda la Ciudad Vieja.
Aunque la entrada al templo está prohibida para los no musulmanes, merece la pena visitar la Explanada de las Mezquitas y contemplar la impresionante belleza exterior de la Cúpula de la Roca de Jerusalén, el tercer lugar sagrado del islam después de la Meca y Medina.
Un poco de historia
Entre los años 687 y 691, el califa Abd al-Malik construyó un gran templo en la zona este de Jerusalén para proteger la Piedra Fundacional. Según la tradición musulmana, esta roca fue el lugar donde Mahoma ascendió a los cielos, por lo que se trata del tercer lugar más sagrado del mundo para el islam.
La cúpula de la mezquita se cubrió de oro, pero más tarde tuvo que ser retirado para hacer frente a las deudas del califa. Varios siglos después, la Cúpula de la Roca volvió a relucir y a cubrirse de oro, atrapando todas las miradas de los visitantes de Jerusalén.
Este templo es también un lugar sagrado para los judíos, que afirman que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo en la famosa roca.
Ciudad Vieja de Jerusalén
Tras las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén se esconden monumentos increíbles, religión y una historia apasionante. Pasear por la Ciudad Vieja es sentir el frenético latido del corazón de Jerusalén
Una de las mayores ventajas de Jerusalén es que concentra casi todos sus atractivos en un área de 1 kilómetro cuadrado protegido por murallas: la Ciudad Vieja de Jerusalén. Este reducido espacio desprende historia, fe y arte a partes iguales.
Un poco de historia
Adentrarse en la Ciudad Vieja de Jerusalén es viajar en el tiempo, retroceder más de 3.000 años y sentir los contrastes de la Ciudad Santa, latentes en cada rincón. Durante milenios, los cuatro barrios de la Ciudad Vieja conformaron toda el área de Jerusalén, que no se extendió más allá hasta 1860.
Cuando Jerusalén fue ganando importancia en todo Oriente Medio, el sultán Solimán el Magnífico decidió proteger el perímetro de la ciudad con las murallas que vemos hoy en día, levantadas en 1538.
Aunque la Ciudad Vieja de Jerusalén ha sido motivo de varios conflictos internacionales en el siglo XIX, hoy en día es la zona más bonita de Jerusalén, un lugar seguro y una visita imprescindible para descubrir la cara más auténtica de la Ciudad Santa.
Qué ver en la Ciudad Vieja
Aunque pasear por la Ciudad Vieja de Jerusalén es una atracción en sí misma, en sus calles se encuentran muchos de los monumentos que le han dado el sobrenombre de “Ciudad Santa”. La Cúpula de la Roca, el Santo Sepulcro o el Muro de las Lamentaciones son solo algunos ejemplos de monumentos que visitar dentro de las murallas de Jerusalén.
Otro de los atractivos de la Ciudad Vieja son las puertas de acceso, cada una con una historia particular. Además, el contraste de culturas de la Ciudad Santa es más palpable que nunca en los cuatro barrios de la Ciudad Vieja, cada uno con un color, un aroma y un sonido diferente.
La Ciudad Vieja también es el mejor lugar donde comer en Jerusalén. Los restaurantes más auténticos se encuentran en sus calles, salpicadas también de puestos callejeros que venden productos frescos e ingredientes típicos de la cocina israelí.
Lo mejor de Jerusalén
Los monumentos más importantes de Jerusalén están en la Ciudad Vieja. Tras las históricas murallas de la Ciudad Santa se esconden el Muro de las Lamentaciones, la Explanada de las Mezquitas, el Santo Sepulcro, la Vía Dolorosa y muchos otros atractivos.
Visitar la Ciudad Vieja de Jerusalén es la mejor forma de conocer los encantos de la ciudad, tanto a nivel patrimonial como cultural. Los contrastes entre los barrios y la multiculturalidad de la ciudad se respiran en cada calle de la Ciudad Vieja, donde confluyen musulmanes, judíos, peregrinos cristianos y turistas de todo el mundo.
Monte de los Olivos
Si hay un testigo impasible de la historia de Jerusalén ese es sin duda el Monte de los Olivos, protagonista de varios pasajes de la Biblia, escenario de guerras con los árabes y el lugar sagrado de enterramiento para los judíos.
Un poco de historia
Hace varios milenios, un extenso monte plagado de olivos se levantaba majestuoso al este de Jerusalén. La primera mención por escrito del Monte de los Olivos aparece en la Biblia. Varios pasajes de las sagradas escrituras relatan la última oración de Cristo, la detención del Mesías o sus sermones a los discípulos. Todo ello con el histórico Monte de los Olivos como telón de fondo.
Dada la sacralidad del lugar, el Monte de los Olivos de Jerusalén está salpicado de iglesias que recuerdan todos estos pasajes. La Gruta de Getsemaní, donde Judas entregó a Jesús, el Sepulcro de María, donde fue enterrada la Virgen, la Iglesia María de la Magdalena, famosa por sus torres doradas y la Basílica de Getsemaní, la más venerada por representar el lugar donde Jesús rezó por última vez.
Visitar el cementerio judío
Sin duda la parte más llamativa del Monte de los Olivos es el histórico cementerio judío que cubre parte de su ladera. Con más de tres mil años y 150.000 tumbas, se trata del cementerio más antiguo del mundo.
El cementerio está abierto a los visitantes y es una de las visitas más interesantes de Jerusalén. Paseando por las tumbas veréis lápidas dañadas por la erosión, otras recientes y muchas con pequeñas piedras encima, una tradición judía de rendir homenaje a los difuntos.
Recibir sepultura en el cementerio del Monte de los Olivos de Jerusalén es considerado todo un privilegio para los judíos. Según la profecía, cuando llegue el Mesías resucitará a los muertos empezando por el Monte de los Olivos. Es por ello que algunas familias pagan hasta 150 US$ por una tumba en este cementerio. ¡Todos quieren ser los primeros!
Un excelente mirador
Otra de las ventajas de subir al Monte de los Olivos son las excelentes vistas que ofrece. Frente al hotel Seven Arches se encuentra el mirador que regala una panorámica única de la ciudad amurallada, la Ciudad de David y el Valle del Cedrón.
El Monte de los Olivos se encuentra justo frente a la Puerta Dorada, por lo que las vistas de la Explanada de las Mezquitas y de la Cúpula de la Roca son sencillamente impresionantes. Si no tenéis problemas de horario, os recomendamos subir al mirador del Monte de los Olivos al atardecer, para disfrutar de una puesta de sol única al compás de la llamada a la oración. ¡Un momento mágico!